El
especialista, quien disertó sobre
“Cultura digital y aprendizaje permanente”, enfatizó en la necesidad de buscar nuevas maneras de evaluar los aprendizajes que surgen desde el uso de las tecnologías y aseguró que “la concepción cortoplacista sostiene que las máquinas van a generar grandes cambios; yo creo que la mirada más compleja habrá de concebir que la transformación tiene que ir acompañada de otros desplazamientos”.
En las
Jornadas Internacionales en torno de la enseñanza en la Educación Superior, realizadas en la Universidad Nacional de Villa María, docentes, investigadores y especialistas abordaron distintos ejes temáticos en búsqueda de propuestas a las problemáticas que plantea la asociación entre la educación y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en las aulas. Así, las Jornadas propusieron un “diálogo abierto entre la didáctica general y las didácticas específicas”.
En ese contexto, y para interpretar la vinculación entre enseñanza y tecnologías,
Argentina Investiga entrevistó a
Juan Cristóbal Cobo Romaní, quien reflexionó sobre la cultura digital y la actualización permanente del conocimiento. “No se trata de tener el dispositivo de punta, sino de propiciar una innovación tecnosocial más articulada y a largo plazo”, evaluó el investigador chileno.
-¿Desde qué lugar pueden abordarse las tecnologías?
-La esencia de la tecnología está en la renovación permanente y eso nos pone en conflicto, porque las personas no evolucionamos a la velocidad en que lo hacen las tecnologías. Entonces, más que hablar de nuevas tecnologías podemos hablar de distintas taxonomías, como tecnologías para la información, tecnologías para el aprendizaje o tecnologías para el empoderamiento, y más.
-Junto a la renovación se genera un cúmulo de información. ¿Estamos preparados para recibirlo y procesarlo?
-Lo que nos pasa es que tenemos que tener múltiples habilidades y conocimientos para el contexto en el que trabajamos. Esta pregunta puede responderse según los usos que se hagan de la información. Generalmente, la respuesta corta es según las generaciones: si eres joven estás adentro, si eres viejo estás fuera. Yo creo que esa diferenciación es errónea, puesto que las personas mayores, aunque no tengan demasiado manejo de los dispositivos, tienen otras habilidades respecto de la discriminación de la información que aquellos que son más jóvenes y pueden tener muchas habilidades del codo al dedo.
-No está planteando la diferenciación entre nativos e inmigrantes digitales…
-No; ése es un concepto espantoso, un eufemismo que no ha hecho otra cosa que echarles la culpa a los viejos por ser viejos. La idea de que los niños que tienen acceso a la tecnología van a ser más listos es una taxonomía que está muy asentada pero no tiene demasiado asidero.
-¿Cómo se puede acompañar al niño en la utilización de las tecnologías?
-Hay que tener enormes dosis de creatividad respecto de cómo se usa la tecnología. Desde la educación formal hay que incentivar muchas prácticas de educación no formal; hay que buscar nuevas maneras de evaluar los aprendizajes que surgen desde el uso de las tecnologías, porque no necesariamente el uso de la notebook se va a convertir en mejores competencias para las matemáticas, por ejemplo. Hay que ser creativos en cómo combinar disciplinas del conocimiento, en cómo hacer que los chicos puedan tener pequeños emprendimientos. En fin, hay dimensiones que nos ponen en aprietos porque no tenemos un referente y la mirada cortoplacista es que las máquinas van a generar grandes cambios. Yo creo que la mirada más compleja habrá de concebir que la transformación tiene que ir acompañada de otros desplazamientos para que realmente se generen modificaciones sustantivas.
-¿Qué cambios tendría que implementar la universidad?
-Uno de los grandes cambios, más que en infraestructura, tiene que ver con la cultura digital. Eso es decir que el conocimiento tiene que ser abierto y los saberes deben estar en proceso de actualización permanente. Esto es complicado porque, por lo general, los profesores se convierten en expertos de un área y no están acostumbrados a que se los cuestione, y el cuestionamiento hace que se diversifique y que uno se enriquezca en el proceso.
-¿De alguna manera la cultura 2.0?
-En la cultura del 2.0 los no expertos también tienen voz. Antes, un disco era bueno porque los críticos lo calificaban; hoy lo es porque tiene más descargas en Youtube. Wikipedia está escrito por colectivos y la construcción distributiva genera valor agregado. El 2.0 dice: “Junto al discurso del experto, el colectivo tiene mucho que decir”.
-¿Cómo ves el proceso en América latina?
-Nuestro desfase es en cuanto a aparatos o dispositivos, pero tenemos un tejido social de comunidad de aprendizajes mucho más rico que otras zonas del mundo. El tema está en cómo aprovechar eso. No se trata de tener el dispositivo de punta, sino tener una innovación tecnosocial más articulada, y eso es a largo plazo.
-¿Qué rol tiene la escuela en esa innovación?
-La escuela tiene que ser más abierta, un espacio donde entren otros actores y también donde salgan los alumnos. Hoy generan mucho valor estudiantes que tuvieron proceso de formación fuera del aula y eso implica un enorme desafío. En los procesos de desarrollo de competencias, utilizando tecnologías, el componente social marca la diferencia. ¿Qué está pasando en la casa? ¿Qué otros aprendizajes pasan allí que pueden ser interesantes para tomar desde la escuela? Ahí aparece el componente social, el intercambio entre pares, espacios de exploración con mayor profundidad, y eso no tiene que ver con contextos ciento por ciento conectados. En ese sentido el espacio off-line es enormemente rico y veo con alguna preocupación que las generaciones más jóvenes son muy intensivas en cuanto al consumo, hay que cuidar eso y hacer un uso más racional y estratégico que podría llamarse ‘madurez digital’.
-¿Cuál es su opinión acerca de las redes sociales?
-No hay referentes de cómo han crecido y en eso Facebook es impresionante, pero no me parece demasiado relevante y lo creo peligroso. Twitter es distinto, en esta época de sobreinformación ofrece pequeñas dosis y tiene un potencial más atractivo, depende de cómo se use. Lo que pasa con Facebook es lo que pasó con el primer Ford, el Ford T negro. Henry Ford decía: “Usted puede tener el auto del modelo y del color que quiera siempre y cuando sea Ford, T y negro”. Creo que vamos a transitar a redes más multimedia, más flexibles, más respetuosas de la privacidad. Hoy no es así, y los públicos no son conscientes de que lo que se vende hoy en el mercado son los datos y no la publicidad. Vamos a transitar a redes más amigables cuando exista una ciudadanía digital más avezada que la actual que es un tanto pasiva aún.
Fuente artículo original│Argentina investiga. Divulgación y Noticias universitarias. Universidad Nacional de Villa María. Instituto de Ciencias Humanas. 09 de setiembre de 2013. Disponible en el siguiente
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