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Una escuela que aloje a todos por igual. Por Cecilia Bixio

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Atender la diversidad es reconocer el derecho a la educación que tienen todos los sectores sociales, sin diferencias. 

La escuela ha venido sosteniendo un paradigma homogeneizador. El contrato fundacional de la escuela justamente fue el de normalizar a la población dándoles una misma lengua, una misma cultura y filiándolos en una misma historia. Para ello debía uniformar a la población y lo hizo organizando una escuela estandarizante que se constituyó desde prácticas nada heterogéneas. Cuando la diferencia o distancia respecto de los parámetros de normalidad era demasiada, no había cabida en la escuela "normal" y esos niños y niñas pasaban a la escuela especial o el Estado tomaba a su cargo la patria potestad y los derivaba a reformatorios, patronatos, etcétera. El resto era excluido por problemas socioeconómicos y, por ende, culturales o por problemas físicos, sensoriales, psicológicos, intelectuales o neurológicos.

Más recientemente comenzamos a hablar de integración y ahora hemos dado un paso más: reconocemos que de lo que se trata es de sostener la inclusión y las diferencias. Se reconoce que la misma institución produce exclusión y que ya no se trata de que el niño se adapte sino de adaptar, adecuar la escuela a los niños y niñas que ingresan.

Freire
Esta propuesta equivale a problematizar el campo de la educación, para lo cual proponemos tres conceptos que nos ha legado Paulo Freire:

De Paulo Freire
Lo inédito viable: nuevos problemas y nuevas propuestas.
La esperanza: no ingenua, crítica y activa, la certeza de saber que es posible y que podemos hacernos cargo de esta certeza con responsabilidad.
El inacabamiento del sujeto: seguimos transformándonos con cada experiencia, por lo tanto no debemos estigmatizar al otro, la escuela como espacio de experiencias culturales y lúdicas es una oportunidad para el crecimiento personal y el enriquecimiento subjetivo.


Atender la diversidad es reconocer el derecho a la educación de todos los niños y niñas de todos los sectores sociales, cualquiera sea su posibilidad de aprender, cualquiera sea su dificultad o capacidad física, económica, cultural, lingüística, sensorial, etcétera. Pero además, atender la diversidad desde el paradigma de la inclusión implica reconocer que todos tenemos necesidades educativas diferentes y que la escuela debe ser capaz de alojarnos a todos.

La inclusión también implica dar respuesta a ciertos problemas de nuestras prácticas pedagógicas, que requieren cambios profundos. Hoy, muchos de estos problemas están siendo trasladados al campo de la medicina y de la psiquiatría: ADD. Niños inquietos que no pueden prestar atención a un solo estímulo. O los callo con ritalina o los escucho como ese inédito viable que posibilita que algo nuevo aparezca.

La homogeneización, la normalización apuntan a desdibujar las diferencias, a construir "semejantes", a buscar parámetros medios con límites más o menos fijos, a formar a un docente capaz de trabajar con todos como si el todo fuera "uno", desde el frente de la clase, haciendo de lo diverso un conjunto cada vez mas uniforme. Se trata de una cultura autoritaria, que legitima unos modos y valores por sobre otros.

Trabajar desde la inclusión implica trabajar en y con la diversidad, es construir reales alternativas para atender las diferencias, no expulsar ni marginar en función de parámetros de supuesta normalidad.

Algo tenemos que correr, desplazar, mover, para hacer lugar, algo tenemos que desordenar para construir otro orden con lo nuevo que queremos incluir. Sin estas operaciones de desorden y desplazamiento no podemos incluir, pues el paradigma homogeneizador no deja espacio para hacerlo.

Y para ello tendremos que hacer un duelo de pensamiento. Reconocer, admitir que nuestros saberes, nuestras verdades, nuestras certezas no son ni tan sabias, ni tan verdaderas, ni tan ciertas. Por el contrario, están obturando la posibilidad de pensar el nuevo mundo en el que estamos viviendo, le ponen viejas palabras a lo inédito y lo subsumen en categorías gastadas.

Homogeneidad 

Desde las viejas certezas y el paradigma de la homogeneidad diremos "no hemos sido preparadas, preparados para esto". Desde el paradigma de la inclusión diremos que la formación docente es un desafío diario.

Trabajar en la inclusión y para la inclusión es animarse a perder los puntos de referencia, perder la brújula y creativamente construir otro mapa con otros instrumentos de orientación, para así poder pensar lo impensado. Todo aquello que —en nuestro caso, en la educación— consideramos evidente y que ni siquiera se nos ocurre cuestionarnos.

Fuente│Diario La Capital, de Rosario. Publicado el 9 de noviembre de 2013.  ImagenChachi Verona. 

La autoraes  profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario.

Vía│Prof. Gabriela Spadoni, en Twitter



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