Recientemente hemos tenido noticia del trágico final de dos casos de acoso por Internet. La canadiense de 15 años Amanda Todd y el holandés de 20 años Tim Ribberink. La extrema vulnerabilidad de los más jóvenes en el ciberespacio ha alarmado a padres, profesores, psicólogos y fuerzas de seguridad.
¿Cómo proteger a los niños y adolescentes de un mal uso de la red? Sin duda está pregunta nos lleva a la principal dificultad de los padres en la adolescencia: educar entre el excesivo control y la excesiva libertad. ¿Cuál es la decisión correcta? Los padres que ejercen el excesivo control obstaculizan el aprendizaje de la autogestión y de la autorregulación emocional lo que puede derivar en personalidades sumisas y temerosas. Por otro lado, los progenitores que dejan libertad total a sus hijos no están conteniéndoles ni orientándoles con lo que podemos encontrarnos con adolescentes impulsivos, impacientes y agresivos. Entonces, ¿es el punto medio la solución? Sin duda ése es el gran reto de los padres en la adolescencia, ir permitiendo grados de libertad al tiempo que se sigue cumpliendo con el cometido parental.
Cuando se trata de controlar lo que hacen los adolescentes en Internet muchos padres se encuentran con dos dificultades iniciales. La primera es que sus hijos saben más informática que ellos. La segunda es que cuando empiezan a preocuparse suele ser tarde, ya que durante mucho tiempo el ordenador fue un aliado, un aparato que mantenía a los hijos en casa, callados y tranquilos. Para hacer frente a la primera dificultad sería aconsejable que los padres ganen habilidades informáticas y conozcan las características del “control parental” integrado en el sistema operativo. También es recomendable que apliquen programas de control de contenidos y privacidad en Internet. Algunos de estos recursos pueden encontrarse en la web del Observatorio de la Infancia del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad: www.observatoriodelainfancia.msssi.gob.es/productos/home.htm en el manual “Infancia, Juventud e Internet”.
¿Cómo proteger a los niños y adolescentes de un mal uso de la red? Sin duda está pregunta nos lleva a la principal dificultad de los padres en la adolescencia: educar entre el excesivo control y la excesiva libertad. ¿Cuál es la decisión correcta? Los padres que ejercen el excesivo control obstaculizan el aprendizaje de la autogestión y de la autorregulación emocional lo que puede derivar en personalidades sumisas y temerosas. Por otro lado, los progenitores que dejan libertad total a sus hijos no están conteniéndoles ni orientándoles con lo que podemos encontrarnos con adolescentes impulsivos, impacientes y agresivos. Entonces, ¿es el punto medio la solución? Sin duda ése es el gran reto de los padres en la adolescencia, ir permitiendo grados de libertad al tiempo que se sigue cumpliendo con el cometido parental.
Cuando se trata de controlar lo que hacen los adolescentes en Internet muchos padres se encuentran con dos dificultades iniciales. La primera es que sus hijos saben más informática que ellos. La segunda es que cuando empiezan a preocuparse suele ser tarde, ya que durante mucho tiempo el ordenador fue un aliado, un aparato que mantenía a los hijos en casa, callados y tranquilos. Para hacer frente a la primera dificultad sería aconsejable que los padres ganen habilidades informáticas y conozcan las características del “control parental” integrado en el sistema operativo. También es recomendable que apliquen programas de control de contenidos y privacidad en Internet. Algunos de estos recursos pueden encontrarse en la web del Observatorio de la Infancia del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad: www.observatoriodelainfancia.msssi.gob.es/productos/home.htm en el manual “Infancia, Juventud e Internet”.
Hay una parte fundamental que debe acompañar estás normas, la transmisión de valores en relación al uso del ordenador y las redes sociales. El acoso por Internet, la privacidad y la sexualidad en la red deben ser temas de conversación sin tapujos entre padres e hijos adolescentes, ya que la información oculta es interpretada como mala o peligrosa y nuestros hijos pueden aprender que de “esos temas no se habla”. En consecuencia, los padres pueden darse cuenta de que algo pasa cuando ya es un asunto grave.
En conclusión, vivimos en la era de la tecnología y nuestros hijos se divierten, se comunican, ligan… a través de ella. Los padres se enfrentan a la difícil misión de extender su tarea educativa al ciberespacio. Como en cualquier otra faceta de la vida, nuestros hijos necesitan contención y orientación pero también la suficiente libertad como para ir adquiriendo habilidades de autorregulación y solución de problemas.